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La sospecha se ha confirmado, la biopsia de la próstata muestra un cáncer. El resto de los estudios, la gammagrafía ósea y la Resonancia Magnética de la pelvis entre otros, indican que el tumor no ha salido de la próstata y que por lo tanto, en teoría, es curable. Además contamos con el valor del antígeno prostático (PSA en sus siglas en inglés) y por el grado de agresividad de tumor por medio de un número llamado de Gleason (en honor del patólogo americano Donald Gleason que estableció este parámetro de gravedad). Con todos estos datos nuestro urólogo nos puede aconsejar el tratamiento, con intención curativa, que mejor se adapta a nuestro caso.
Lo primero que hay que saber es que, desgraciadamente, ninguno de los tratamientos curativos de que disponemos garantiza la curación definitiva. Sucede a veces que un tumor que creíamos confinado a la próstata y al que se aplicó un tratamiento eficaz, al cabo de unos años muestra una recidiva que estaba oculta en el momento del diagnóstico y que pasó inadvertida porque nuestros medios diagnósticos no son perfectos. Pero en pacientes bien seleccionados la curación definitiva puede alcanzar el 80 % de los casos.
Dos son los procedimientos que tenemos nuestra disposición para tratar el cáncer de próstata: la cirugía y la radioterapia. Al final comentaremos brevemente la crioterapia que es mucho menos utilizada.
Cuando hablamos de cirugía curativa hablamos de cirugía radical, es decir la extirpación completa de toda la próstata y las vesículas seminales. Es una operación distinta de la utilizada para los procesos benignos de la próstata, ya comentada en otro lugar de este blog. La extirpación total de la próstata con todo el tumor que contiene, elimina todo el tumor existente. De ahi su caracter curativo. La operación se puede hacer por varias vías de abordaje. Algunos cirujanos prefieren la vía perineal pero la mayoría prefieren al vía abdominal baja. En los últimos años se ha impuesto la cirugía laparoscópica que, aunque prolonga el tiempo operatorio, permite realizar la técnica con más precisión. También se está utilizando el robot quirúrgico que no es más que una forma más sofisticada de la técnica laparoscópica. Sea cual sea la vía de abordaje preferida o la técnica utilizada, la operación es exáctamente la misma: la extirpación completa de la próstata y de todo el tumor que contiene. Y el resultado final también debe de ser el mismo.
La cirugía radical puede tener complicaciones serias. Una de ellas es la impotencia que puede afectar a un número elevado de los pacientes operados. Otra de las complicaciones, menos frecuente pero muy a tener en cuenta, es la incontinencia definitiva (la pérdida del control de la orina) que cuando sucede es muy difícil de corregir. Estas complicaciones pueden ocurrir incluso en las mejores manos. La técnica elegida no es tan importante como la experiencia del cirujano por lo que hay quien ha recomendado la derivación a centros de referencia conde estas intervenciones se realicen en grandes números.
El otro método curativo es la radioterapia. La intención es eliminar todo el tumor sin necesidad de extirpar la próstata. La modalidad más utilizada es la radioterapia externa, que se administra en breves sesiones diarias a lo largo de cinco o seis semanas. No es preciso ingresar en el hospital. Actualmente se puede acortar el tratamiento administrando mayores dosis por sesión si se dispone del equipamiento adecuado. La otra modalidad es la braquiterapia que consiste en insertar dentro de la próstata unas semillas radioactivas que irán destruyendo el tumor poco a poco. Esta técnica requiere una anestesia general y una estancia en el hospital de unas 24 horas.
¿Que método es mejor?. Hemos descrito de forma muy esquemática estas dos modalidaddes de tratamiento para su mejor comprensión por el público no profesional pero en realidad son métodos muy sofisticados con ventajas e inconvenientes que han de ser analizados con mucho cuidado por el especialista. El urólogo valorará todos los aspectos del caso y aconsejará el tratamiento más adecuado. Influyen la edad, las enfermedades que ya padezca el paciente, la agresividad del tumor (nivel de PSA y número de Gleason) y también el grado de aceptación por parte del paciente a someterse a una cirugía mayor. No es fácil.
Unas palabras sobre otra técnica, la criocirugía. Consiste en la congelación de la próstata insertando unos electrodos a través del periné. La finalidad es la misma, la destrucción total de la próstata y del todo el tumor en ella contenido. Precisa de una anestesia general y de unos días de estancia en el hospital. En manos de especiaistas muy experimentados (insisto, muy experimentados) se consiguen buenos resultados. Pero, a pesar de todo, no se ha llegado a popularizar dentro de la comunidad científica.